Ante la remota posibilidad de encontrar un camino justo, que lo llevase a la cúspide de su desarrollo mental, decidió, sin más, quitarse la vida.
Aunque acorde con su personalidad artística; quería que este episodio no fuera recordado tan solo por lo inesperado de su acto, sino también por la pompa y la planificación.
Creyó, erróneamente, que las flores podrían ser un tipo de suicidio que lo llevaría a la paz, más por la belleza del acto que por el desmembramiento de un alma que se va.
Creo su plan, tan arraigado en sus costumbres de arte, que escribió un guión de dicho suicidio, le puso un ambiente acorde y lo alimento de un sinfín de sutilezas que solo un artista podría entender.
Por aquellos días venía saliendo de una seguidilla de reuniones sociales que habían dejado en buen pie su imagen. No es que el tipo, tuviese dinero en demasía, pero tenía ese toque que permite que la mujer se sienta honrada y el hombre respetado.
Tomó entonces las ramas de la vid, se las enrrollo al cuello, pidio la paz a Dionisos. Escupio sutilmente al suelo y junto a eso envio su salto. El resultado fue desastroso, las hojas de la vid se quebraron junto a las ramas, lo que provoco tan sólo que el insigne artista se convirtiera en un esperpajo de tierra molida.
domingo, 23 de septiembre de 2007
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